Después de las vacaciones de verano, es hora de ponerse en marcha con los planes que tenemos en mente para mejorar nuestra vida. El relax, la fiesta y el disfrute del tiempo libre no ayudan a planificar pasos tan importantes como cambiar de vivienda. Por eso, septiembre y octubre son por lo general, meses perfectos para comprar una vivienda.
Y lo es no sólo porque el final de la época estival es un buen tiempo para empezar a buscar vivienda, sino también porque se dan unas condiciones en el mercado inmobiliario perfectas para la inversión. Las transacciones inmobiliarias sufren una parada importante en julio y agosto. Pero el sector experimenta una reactivación interesante a partir de mediados de septiembre. Primero, porque en la estación veraniega imperan los alquileres vacacionales. Tanto los propietarios como los que buscan vivienda esperan siempre a que finalice el verano para salir al mercado.